En esta primera parte vemos lo que se nos augura, vemos el ofrecimiento de Don Pedro Fernandez de Andrada del libro a su Señoría, con las razones de su creación. Es imposible no emocionarse cuando uno lee que habla de restituir la gloria de la tan temida caballería Española, y que el nacimiento de este libro nace justamente por su baja, y la perdida de respeto de sus enemigos.  Relevante es que somos de los pocos continuadores de ésta enseñanza;al llegar a Chile y inmortalizada por los artífices de nuestra realidad ecuestre no se perdió, las faenas de campo y mas tarde el rodeo, le vieron elementos de utilidad y aplicación, y mediante el oficio y la enseñanza, no fue diluida. A lo largo del libro, se pueden ver los elementos que hay en común, y como nos sirven hasta el día de hoy. Partamos emocionándonos! y vivamos nuestro caballo.

A la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla

la ginetaPedro Fernandez de Andrada

En las grandes y peligrosas ocasiones de guerra, que en nuestros días se han ofrecido en Andalucía, se ha visto muy bien el celo, cuidado y diligencia con que este ayuntamiento ha acudido al servicio de su Rey  y a la defensa de estos reinos, no solo dado por sus hijos, vecinos y naturales, que mueran resistiendo el ímpetu bárbaro de los enemigos de la fe Católica, proveyendo a costa suya las ciudades, puertos y fuerzas circunvecinas con tan grande abundancia de mantenimiento, de implementos necesarios para la guerra: o con verdad se puede afirmar que han sido el total remedio de ella acudiendo a esto con la fe, amor y lealtad que desde el principio y primera piedra de fundación han tenido a sus reyes y señores, de que nosotros  sus hijos quedamos muy ilustrados , y ellos tan servidos, que con razón estiman esta famosa Republica tanto como el resto de sus reinos. Y porque la defensa y aumento de ellos se va continuando con grandes prevenciones militares, y la mejor de ellas suelen ser los grandes y fuertes escuadrones de caballos ligeros de España: y ellos están en nuestros tiempos tan perdidos y arruinados que con haber sido las castas de caballos la mayor riqueza que en otros siglos tuvieron los andaluces, ahora con dificultad se pueden juntar algunos de los machos que son menester. De cual inconviene un resultado no menor que es que los caballeros mancebos por su falta, estén deslumbrados y olvidados de la antigua y noble caballería de la Gineta, de quien sus antepasados le profesaron, que con razón las naciones extrañas se nos quieren anteponer y preferir en los años y ejercicios de subir y pelear a caballo pareciéndoles con demasiada jactancia que tienen en sus republicas los dioses antiguos de la caballería, y que por ellos deben ser más temidos que los valentísimos Españoles de quien el mundo ha temblado, con el cual han venido a perdernos el respeto que tan justamente han tenido y tienen el atrevimiento de querer quitarnos nuestra reputación ganada en el discurso de tantos años con trabajos y hazañas increíbles de la que la historia está llena. Y gineta 2por qué el castigo de estas indolencias, y el remedio de la gran falta que tenemos de caballos, en cierta manera parece que depende de vuestra señoría como cabeza de las grandes ciudades de España a quien nuestro Rey Católico oye con mayor aceptación y benevolencia: me pareció que los hijos de esta insigne patria y miembros de la gran república como yo lo soy , no estamos fuera de la misma obligación, pues según los sabios antiguos afirman: aquellos hombres se puede decir que viven bien, que gastan sus vidas en provecho común de sus republicas, porque es cosa tan estimada la patria  que se ha de servir con más cuidado, y fidelidad  que al padre propio , y natural que nos engendró: por lo cual me ha sido forzoso poner a los pies de vuestra señoría el fruto de mis trabajos lo cual he escrito después de haberme ejercitado cuarenta años continuos en el arte de la caballería, gastando las noches en perpetuos estudios y lecciones de libros que tratan de ella, y los días en practicar y poner a la obra, lo que en la noche había leído, y lo que la experiencia con tan largo discurso me ha mostrado: lo que todo está escrito y recopilado en este libro de la Gineta de España,  que a vuestra señoría le ofrezco. Por el cual se sabrá, todo lo que toca a hacer de las castas y criar de los potros: y al enfrenar y castigar los caballos: y el modo como los hombres se han de poner en ellos, y los han de sujetar.  Todo puesto por reglas y tan por arte, que con facilidad se podrá leer públicamente, como otra cualquiera facultad de las muy importantes, cosa que hasta hoy no ha intentado ningún Español. Y pues esta es la cosa más estimada que yo puedo servir a mi patria, y la más necesaria, que ella pudiera recibir en tiempos tan bélicos como estos. Suplico a vuestra señoría la acepte y reciba con el amor y regalo que los padres suelen recibir los pequeños dones de sus hijos. Que con esto quedara tan honrado y favorecido este libro, que con razón el mundo lo estime mucho.