Extensión de:
La cual costumbre se guarda hoy en día entre los persas, ninguno puede traer collar, sortija o cintura si el rey no ha hecho merced de ella por alguno de sus grandes servicios. Demas desto el senado señalo a los caballeros en los teatros y fiestas los mejores y mas enrados asientos, con otras grandes riquezas que cada dia les daban, con que vinieron a crecer tanto en reputación y grandeza, que ya no es faltaba mas que la jurisdicción de senadores, porque todo lo demás lo poseían con el nombre de caballero. Hasta que siendo tribuno Cayo Graco hermano de Tiberio, que movió la ley agraria, que quedándose en Roma los embajadores de la Asia, que a tres senadores romanos, gobernadores que habían sido de ella: a quien acusaban de ciertos excesos y de mafias, los habían dado por libres con evidente fraude dejándose corromper y cohechar cosas dadivas y preferentes, se acordó de dar parte de la jurisdicción a los caballeros, como a gente mas limpia y justificada, y así se les concedió que entrasen en el senado a dar su censura y parecer, y que justamente votasen y determinasen las causas. Con lo cual la orden de los caballeros vino en cierta manera a ser superior a la de los senadores, porque aunque era verdad que ambas eran iguales en el gobierno, la una tenia su origen en el estado de la milicia, y la otra de la gente popular.
Y como Opiano dice, en este tiempo se creía que la dignidad y honra era de todo el Senado: Pero la potestad y el mando era de los caballeros como gente mas autorizada y poderosa: y así fueron siempre muy estimados aun de los emperadores, después que los hubo concediéndoles nuevas insignias, y libertades, y dándole divertidos nombres, según que eran mas o menos calificados: y con este orden han perseverado hasta hoy en todos los reinos y republicas de el mundo: los cuales se han conservado mediante la fe y libertad de los caballeros y de los servicios que hacen a sus reyes derramando su sangre por ellos: y de la gratificación con que los mismos reyes les corresponden así en grandes y magnificas dadivas, de grandes rentas y estados como en favorecerlos y honrarlos con recibir en su compañía en las ordenes militares de la caballería: de que son maestres: como lo hace el Catolico rey don Felipe II, de este nombre nuestro señor dándole la orden de Tuson a los príncipes y grandes señores de la Cristiandad, que por merito de grandes virtudes, o por fama de grandes hechos en armas merecen las insignias de el carnero de oro.
Demas que las ordenes, de que el mismo rey Católico es maestre: como son las de Santiago de la Espada, de Calatrava, de Acantara y de Montesa: sin las de A vis y Cristo del reino de Portugal. Y las que el sumo pontífice, emperador y rey de Francia con otros príncipes. Potestados, y repúblicas tienen instituidas sin aquellas que se dicen regulares como las de Jerusalén San Juan. Anunciada del santo sepulcro, de los templarios y Teutonicos, y otras particulares que por alguna proeza, o hecho de armas son armados caballeros con espuela de oro, por alguna dignidad que tenga potestad para ello como lo hicieron el rey Alonso acabada la guerra de Napoles, y Carlos octavo antes de la jornada del tarro: y el cristianísimo rey Francisco acabada la jornada contra los suizos, que habiendo peleado como valiente soldado ganando inmortal renombre, quiso con voluntad de los grandes, y de su ejercito ser armado caballero, según la orden y ceremonias de este tiempo por mano de Bayardo fortísimo capitán.
Y de este ejemplo pueden inferir los caballeros las obligaciones precisas, que tiene a guardar las leyes de caballería, pues los reyes tanto la han preciado, que no han querido que la dignidad real este sin ella. Por lo cual Oracio Magno la celebra con diversos nombres y epítetos atribuyéndole la libertad, la justicia, la sabiduría, la prudencia, el valor, el animo, el entendimiento adornado de muchas grandes virtudes que son necesarias a tan alto nombre.
Y asi los que definen la caballería dicen que es una reputación y dignidad ganada por los méritos de la misma virtud: porque aunque es verdad, que aquellos vulgarmente llamamos caballeros, que nacidos de sangre noble y generosa se ocupan en pacíficos ejercicios de caballería con vida esplendida y magnifica, contentándose con recibir la honra de los merecimientos de sus mayores.
Todavía aquellos son mas de estimar, que con excelencia de grandes virtudes no les ha permitido su valor y animo levantado tener la caballería derivada de merecimientos ajenos, sino con los suyos propios dignos de otra nueva nobleza.