Con un título tan pomposo voy a usar ejemplos cotidianos para ver si es más fácil explicar lo que quiero transmitir. Después lo vamos a integrar a lo que le pedimos a nuestros caballos. Les voy a contar lo que he aprendido mirando a los buenos y preguntándoles también, con ejemplos de todo, de la vida y los caballos.
Lo que distingue a un futbolista bueno de uno promedio no es la capacidad física sino que un cerebro altamente entrenado. Y es que la capacidad de transformar movimientos y respuestas deliberadas a movimientos automáticos es inherente a todos. Es por eso que el futbolista trabaja entrenando además del estado físico, a su cerebro, y al recibir la pelota y tener que hacer un movimiento, un pase o un gol, no piensa en esa fracción de segundo “me llega la pelota de tal manera, voy a recibirlo con tal pierna, pegarle con tal ángulo y tal fuerza y se la voy a pasar a tal persona”. El cerebro que es muy sabio, reconoce los patrones y elabora una respuesta sin la necesidad del razonamiento, porque ya lo hizo antes, es economía energética y optimización de respuesta.
Es importante la práctica, estar familiarizado, enfrentarnos a distintas situaciones ojalá en la casa, para que cuando lleguemos a la cancha (que es donde se ven los gallos) no quedemos como la canción del gallito de la pasión. Tenemos que entrenarnos, familiarizarnos, de cierta manera automatizarnos a nosotros y a nuestros caballos, para que cuando algo pase en una fracción de segundo, se pueda enfrentar de la mejor manera posible.
Por otra parte si vemos esto como una coreografía de baile, se crea también una analogía entretenida. Quien no hizo una coreografía en las alianzas o sufrió con el Axé. Lo que parece en un momento como una serie imposible de movimientos complejos, se desfragmenta, se ensaya uno por uno, se practica y luego se integra. Se trabajan a los elementos aislados y después se incorporan en un todo. Entonces cuando llega el turno de hacer el baile, uno lo puede hacer rápido, fluido, y es un aprendizaje que te queda registrado para siempre (si les pongo chuchuca a todos los que les tocó la época les apuesto a que la bailan).
Los componentes si son muchos o muy difíciles, se practican de manera individual, muchas veces lentamente, y se van integrando de a poco, resultando en un todo. Por algo siempre vemos a los grandes jinetes trabajando al tranco y al trote, rara vez a velocidad. Están dejando que su caballo se familiarice con el movimiento, aprenda a responder a las riendas y la espuela, a entender lo que se les pide, a llevar nuestro cuerpo, a pasar manos y patas, a avanzar, a no pegarse, a posicionarse, a empujar, a apegarse al toro (y el mundo de instrucciones distintas que tiene nuestro deporte) y una vez que tienen todo hecho y dominado, lo integran a la carrera y nos dejan con la boca abierta.
Es cosa de ir trabajando con calma, practicando, y homologando distintas situaciones para que después nos vaya bien. Los caballos maestros o que dicen que corren solos, están familiarizados, son futbolistas ya entrenados por así decirlo, ya han practicado y saben integrarlo de manera innata, y el trabajo que le demos nosotros va a ser la familiarización que va a tener con eso, hay que tenerlo presente.
Como dice el dicho Roma no se construyó en un día, y por algo recomiendan sacar al caballo maduro a la competencia. Por mientras entrenemos el cerebro y a nuestros caballos, y al cerebro de nuestros caballos. Vamos despacio que estamos apurados!.